Hace muchos años empecé a escribir versos. Sólo logre palabras con cierto sentido poético, que mi profesor de Castellano (el querido "chico" Leopoldo Meneses) me advirtió que debía mejorar. Escribí por años. Muchos de esos versos se perdieron en un bolsillo o entre las hojas viejas de una agenda. Hoy publico algunos de aquellos versos añejos que he encontrado y otros, de diversos autores, que me han cautivado. Espero que no te aburras con mi creación o los versos escogidos.

sábado, abril 30, 2011

POEMA Confesiones Necesarias (Poesía Mapuche)

Erwin Quintupill es un poeta mapuche originario de Saltapura, que lleva más de veinticinco años de ejercicio de la poesía y de producción.
El poema a continuación es una muestra de lo último que ha escrito Erwin Quintupill, es decir, de su fase más reciente.
___________________________________________________

CONFESIONES NECESARIAS (2009)

Soy culpable de haber escuchado las viejas historias junto al fogón,
de haber corrido entre los bosques de mi suelo natal
y de seguir jugando con el viento.

Soy culpable de haber bailado en el gijatun de haber regado el suelo con muzay
y de haber visto el sitio en que los ríos nacen.

Es verdad,
amo más el sonido del lenguaje de la tierra que las palabras con que hablan los demás.

Soy culpable de beber chicha de manzana hasta altas horas de la noche
de bailar corridos y rancheras en las fiestas
de mirar callado
de quedarme en silencio cuando salgo de casa.

Soy culpable de querer el canto de los viejos
de enterrar a mis muertos compartiendo la carne y el vino
de adornar con flores de papel los sepulcros
y de hablar con los que ya no están.

Es verdad,
amo el color de la tierra, su humedad y el rocío cayendo desde las hojas de los árboles.

De contar cuentos a los niños en las largas noches de invierno
y en las breves de verano, también soy culpable.
De saber del tuwvn, de conocer la historia de mi lof y de amarla;
de todo eso, también soy culpable.

Me culpo de haber ido a la ciudad, sin arrepentimiento
de haber caminado por sus calles tratando de sentir la sangre de los que allá murieron
de haber aprendido a hacer el pan y a caminar largas horas por las mañanas.
De reírme, de eso también soy culpable.
De irme y no volver…

Es verdad,
amo el recuerdo de los que no están.

Soy culpable de llamarme Juan y no como se llamó mi abuelo.
Soy culpable de tener ojos claros, la piel morena.
Soy culpable de tener hijos mestizos, de sembrar la tierra y de leer libros.
Soy culpable.

Me culpo de haber reclamado bajo la lluvia
de mirar hacia el Este cuando amanece y de bajar mis ojos hacia el suelo y volver a levantarlos
de pedirle a los dueños del agua y del bosque que no se vayan
de conversar en silencio con las montañas.

Es verdad,
soy culpable de no confiar

y creo en la comunión de las palabras
y de eso también soy culpable.
De haber arriado una bandera el 12 de octubre de 1992 en la plaza de Concepción.
De haber subido la cordillera cuando me necesitaron
De haber sobrevivido y no haber muerto cuando me quisieron muerto
De todo eso soy culpable.

Ahora que vengan los tiempos y me juzguen
que los demás se queden en su espacio y a mí
me queden en el mío, en cualquier lugar se encuentre
pero si muero que mis huesos descansen en el sur bajo un suelo sin cruz.


.

viernes, abril 22, 2011

Mamita… yo llegué tarde

Mamita… yo llegué tarde…
Perdona mi gran atraso…
mi burro no daba má
¡casi lo pelo a guascazos!
y no púe, madre mía
hacéle apurar el tranco.
¡Jué tan largo mi camino!
cruzar por los peñascales
para acortar el camino…
¡para besarte mi madre!
aunque me vine rezando…
¡mi rezo no’escuchó naiden!

Mamita… Yo llegué tarde
traéndote un crucifijo…
¡No se por qué el Tata Dio,
por qué motivos no quiso!
que con mis labios resecos…
cerrara yo tus ojitos…
¡Me quedé madre quería,
con mis besos tiritando…
y el crucifijo en mis manos,
como qu’estaba dudando;
por haber llegao tarde,
a tu lao estoy llorando.

Mamita… Yo llegué tarde
pero besé tu carita,
que aunque los años l’ajaron,
¡siempre pa mi jué bonita!
Aunque te juiste llorando…
me guardaste una sonrisa.
Besé tus manos mamita…
¡manos que me acariciaron!
manos qu’en noches muy largas,
el noble pan amasaron
y que otras veces mi vieja,
con amor me castigaron.

…………………………………………
Cuando los sepultureros,
¡ansiosos por terminar!
te metieron en el nicho
¡sin poerte acompañar!
Mi congoja jué muy grande…
¡llorando empecé a gritar!
¡Mamá… ¡Mamita!... ¡Mamá…
y ahogándome en sollozos
no te dejé de nombrar…
…………………………………………
Cuando ya me retiraba…
¡sin poerme consolar!
Otra vez volví a ser niño…
¡Llamándote sin cesar!
¡Mamá… ¡Mamita!... ¡Mamá…


Poema original de SOFANOR TOBAR CARVAJAL,
Tomado de “¡Cómeme perro!” Poemas chilenos.
Arancibia Hermanos. Santiago de Chile. Sin fecha. pag. 34-35-36